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  UNO, DOS, TRES.   UNO.   - ¿Qué se supone que estáis haciendo aquí? - Pues lo mismo que tú, repartir regalos. - Vamos a ver si nos aclaramos, que creo yo que las reglas no son tan complicadas y habéis tenido ya unos cuantos siglos para aprenderlas. La madrugada del día veinticuatro de diciembre reparto yo los regalos, y la del cinco de enero los repartís vosotros, así que ya estáis cogiendo vuestros camellos y marchando por donde habéis venido, es decir, por Oriente. - Ni de coña, nos hemos cansado de tu competencia desleal, el día cinco ya está todo el pescado vendido y no queda nada por repartir a los niños, siempre nos tenemos que conformar con las sobras, un estuchito modesto para clase, unos calcetines de tenis, el librito que nunca van a leer ... - Vamos a ver, pelo Fanta, que nunca me acuerdo de si eres Melchor o Gaspar ... que no me cuentes tu vida, marcharos por la ventana, o por donde quiera que hayáis entrado, y dejad de dar la lata , que tengo mucho trabaj

Un Papá Noel en apuros

  UN PAPÁ   NOEL   EN   APUROS. El   móvil   sonó   a   las   once   de   la   noche,   cuando   toda   la   familia   estaba   en   el   salón   alrededor   del   árbol   de   Navidad   esperando   la   llegada   de   Papá   Noel.   - ¿Quién   es?   Le   contestó   en   susurros una   voz   que   sonaba   extrañamente   cercana.   - Soy   Papá   Noel.   - Venga   va,   déjese   de   bromas   infantiles,   tengamos   la   fiesta   en   paz.   - Que   no,   que   soy   el   Papá   Noel   que   ha   mandado   la   empresa   "A   different   Christmas",   la   que   usted   contrató para   dar   una   sorpresa   a   sus   hijos.   - Le   estamos   esperando   desde   hace una   hora   en   el   salón,   haga   el   favor   de   venir   de una   vez,   hacer   su   performance   y   entregar   los   regalos   a   los niños.     - El problema   es   que   me   he   quedado   atascado   en   la chimenea   de   su   casa.   - ¿En la   chimenea   d
  UNO, DOS, TRES.   UNO.   Lo vi por primer vez hace dos días, el veintiuno de diciembre, mientras caminaba por el paseo marítimo de Villajoyosa.   Eran las ocho de la noche, la playa estaba vacía y él estaba sentado cerca de la orilla.   Era un niño de unos diez años de edad, delgado, bien parecido, con el pelo tirando a rubio y algo alborotado. Vestía un jersey blanco y un pantalón también blanco. Lo que más llamaba la atención es que miraba al mar con una quietud impropia de un niño de su edad, como si disfrutara contemplando el paisaje o, más aún, como si la contemplación del paisaje lo ayudara en sus reflexiones.   Al principio pensé que el niño estaría posando para uno foto o un vídeo, pero cerca de él no se venía a ningún adulto, y menos aún cámaras o gente grabando, sólo un niño en una actitud reflexiva y contemplativa. Con esa pose de niño-sabio recordaba al principito de Saint-Exupéry, o al fantasma de la navidades futuras de Charles Dickens.   Una voz

Migas y cordero segureño.

Migas   y   cordero   segureño.                   A   menudo   nos   tomamos   demasiado   en   serio   a   nosotros   mismos   y   nos   planteamos   los   viajes   como   un   reto   que   debe   permitirnos   alcanzar   objetivos   que   parecen   sacados   del   resumen   de   contraportada   de   un   libro   de   autoayuda,   como   "salir   de   nuestra   zona   de   confort",   "superar   nuestros   límites",   "remover   nuestra   escala   de   valores"   o "conocernos   mejor".   Cuando   hablamos   o   escribimos   sobre   el   viaje   realizado   nos   empeñamos   en   transmitir   la   revolución   que   hemos experimentado   a   nivel   emocional   y   existencial.                   La   visión   romántica   y   trascendente   de   los   viajes   tenía   más   sentido   en   el   siglo   XIX   y   principios   del   siglo   XX,   cuando   había   partes   del   mundo   aún   por   explorar   y   la   precariedad   de   las  
VIAJE   A   LA   VILA.                   La   Vila   es   Villajoyosa,   un   pueblo   de   la provincia   de   Alicante,   situado   aproximadamente   diez   kilómetros   al   sur   de   Benidorm   y   veinte   al   sur   de   Altea, por   citar   dos   pueblos   que   probablemente   conozca   el   lector.                   Tengo   cuarenta   y   siete   años, y   voy   de   vacaciones   a   Villajoyosa   desde   que   tengo   uso   de   razón,   en   realidad   desde   bastante   antes,   hay   documentos   gráficos   que   demuestran   que   mis   padres   me   llevaban   a   la   Vila   antes   de   que   tuviera   razón,   o,   al   menos,   antes   de   que   supiera   usarla.                   El   término   viaje   lo   asociamos   de   forma   automática   a   una   experiencia   novedosa,   al   descubrimiento   de   personas   y   lugares,   a   un   proceso   generador   de   experiencias   que   el   tiempo   convierte   en   recuerdos.   No   estoy   seguro